Ya sabemos que Elizabeth Elita Espino desde muy pequeña tuvo una vida privilegiada; pues su madre, la fallecida abogada Elizabeth Vásquez hacía todo por complacerla, para compensar de alguna manera el tiempo que ésta no podía darle debido a su excesivo trabajo, tiempo que toda madre quisiera fuese ilimitado.
Ellas eran las mejores amigas, irradiaban felicidad.
Desde pequeña tuvo grandes festejos por su cumpleaños, infaltables fiestas donde la familia se reunía celebrando un año más de vida de la engreída Elita.
En cada evento familiar, en la niñez de Elita junta siempre al lado de su tía y casi hermana "Jovita", pues tenían casi la misma edad, eran cómplices de travesuras en sus primeros años de su vida. Las engreídas de la casa.
En su adolescencia, Elita, empezó a tener comportamientos inapropiados para su edad, innumerables discusiones con su madre y actitudes poco amables.
Elita se percató que, sus amistades y todo su entorno, querían mucho a su madre, la admiraban de cierta forma, por ser intachable profesionalmente, por la belleza y encanto natural. A diferencia de ella, que no tenía las mismas virtudes físicas que su madre.
Elita siempre fue una alumna sobresaliente.
Los años siguen pasando. Elita empieza a sentir un rencor-odio hacia su madre que fue creciendo en silencio y bajo la sombra.
La abogada por querer consentir a su única hija, accede al pedido de ésta, a que se pueda realizar operaciones estéticas para que se sienta mejor con su cuerpo y consigo misma.
Elita ya estando en la Facultad de Derecho de la UPC, no se encontraba contenta con nada, siempre quería más, más dinero, más libertad, más poder.
Y se da a relucir a mayor escala cuando empieza a salir con un joven de la iglesia mormona a la ambos concurrían. Cosas en casa que desaparecían, cheques por cobrar perdidos, dinero que simplemente se esfumaba.
La relación madre-hija fue en bajada a partir de allí.
Elita atormentada con las acusaciones de su madre, cansada de que no acepte su amorío con el joven Fernando, y cansada de todos los privilegios que se le habían arrebatado por sus mismas acciones erróneas, se le pasó por la cabeza fingir un secuestro, y así poder fugarse con el enamorado, con el dinero y tener "libertad" al fin.
La codicia, la envidia de la belleza, las peleas constantes, el hambre de dinero y libertinaje; dejando de lado al amor, a la familia... Hicieron que Elita vaya más allá, y empiece a planear la muerte de su madre.
Ellas eran las mejores amigas, irradiaban felicidad.
Desde pequeña tuvo grandes festejos por su cumpleaños, infaltables fiestas donde la familia se reunía celebrando un año más de vida de la engreída Elita.
En cada evento familiar, en la niñez de Elita junta siempre al lado de su tía y casi hermana "Jovita", pues tenían casi la misma edad, eran cómplices de travesuras en sus primeros años de su vida. Las engreídas de la casa.
En su adolescencia, Elita, empezó a tener comportamientos inapropiados para su edad, innumerables discusiones con su madre y actitudes poco amables.
Elita se percató que, sus amistades y todo su entorno, querían mucho a su madre, la admiraban de cierta forma, por ser intachable profesionalmente, por la belleza y encanto natural. A diferencia de ella, que no tenía las mismas virtudes físicas que su madre.
Elita siempre fue una alumna sobresaliente.
Los años siguen pasando. Elita empieza a sentir un rencor-odio hacia su madre que fue creciendo en silencio y bajo la sombra.
La abogada por querer consentir a su única hija, accede al pedido de ésta, a que se pueda realizar operaciones estéticas para que se sienta mejor con su cuerpo y consigo misma.
Elita ya estando en la Facultad de Derecho de la UPC, no se encontraba contenta con nada, siempre quería más, más dinero, más libertad, más poder.
Y se da a relucir a mayor escala cuando empieza a salir con un joven de la iglesia mormona a la ambos concurrían. Cosas en casa que desaparecían, cheques por cobrar perdidos, dinero que simplemente se esfumaba.
La relación madre-hija fue en bajada a partir de allí.
Elita atormentada con las acusaciones de su madre, cansada de que no acepte su amorío con el joven Fernando, y cansada de todos los privilegios que se le habían arrebatado por sus mismas acciones erróneas, se le pasó por la cabeza fingir un secuestro, y así poder fugarse con el enamorado, con el dinero y tener "libertad" al fin.
La codicia, la envidia de la belleza, las peleas constantes, el hambre de dinero y libertinaje; dejando de lado al amor, a la familia... Hicieron que Elita vaya más allá, y empiece a planear la muerte de su madre.
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